martes, 1 de marzo de 2016

ALFREDO COLLADO MARTELL ¿EXCLUÍDO DE LA LITERATURA PUERTORRIQUEÑA?, Miguel Ángel Fornerín (MediaIsla)


¿Alfredo Collado Martell, un excluido de la Generación del treinta en la literatura puertorriqueña?

Alfredo Collado Martell. RevistaMIGUEL ÁNGEL FORNERÍN [mediaislaCollado Martel, como muchos escritores de las primeras décadas del siglo XIX, fue un destacado periodista que alternaba la publicación en los medios de obras creativas con el ensayo crítico: la publicación de poesía y cuentos. Además de ser un polemista sobre los problemas sociales y políticos de la isla irredenta.
La pregunta que me hago al iniciar estas apuntaciones, parece desde un inicio tener una respuesta doble. Porque si el lector se preguntara: ¿Y quién es ese Collado Martell? La pregunta sugiere la respuesta; porque, en verdad, sobre él se ha escrito muy poco. Pero también hay otra respuesta a esa pregunta: Eduardo Collado Martell parece no existir en las referencias recientes a la Generación del treinta. Pero esa ausencia no se debe a los historiadores de la literatura ni a sus compañeros de promoción, sino al tiempo, a la contemporaneidad, a los temas recurrentes que, de alguna manera, entraron en el cansancio de una cultura. Es, en fin, la herrumbre de los años que hace que hoy nos preguntaremos por el destino de esta innovadora voz de las letras de Puerto Rico y el  Caribe.
A pesar de las muy reiteradas búsquedas que he realizado, sobre la vida Alfredo Collado Martell sabemos poco.  En un tiempo creí que había nacido en Caguas, pero no era cierto; nació en Santo Domingo (1900), hijo de un puertorriqueño y una criatura dominicana. En esa orilla isleña vivió su infancia, unos siete años. Luego pasó a vivir en Mayagüez. Algunos historiadores literarios lo ubican en Venezuela y España. Posiblemente regresó a trabajar como técnico azucarero a una central cercana a la capital dominicana, el Ingenio Boca Chica y luego, al final de su corta vida, pues muere en 1930, fue oficinista en la división de estadísticas del Departamento de Instrucción Pública de San Juan.
Collado Martel, como muchos escritores de las primeras décadas del siglo XIX, fue un destacado periodista que alternaba la publicación en los medios de obras creativas con el ensayo crítico: la publicación de poesía y cuentos. Además de ser un polemista sobre los problemas sociales y políticos de la isla irredenta. Como periodista colaboró con distintas publicaciones, en los periódicos: La DemocraciaPuerto Rico IlustradoGráfico de Puerto RicoEl Mundo, y las revistas: Alma LatinaLa Revista Escolar de Puerto Rico e Índice, entre otras.
De Índice fue uno de los cuatro directores. Esta revista, junto a la Revista de las Anillas, fundada por Luis Llorens Torres en 1913, fue una de las publicaciones en la cual la ciudad letrada boricua dio a conocer sus trabajos en Hispanoamérica y recogía distintas voces de la juventud estudiosa, por ejemplo, la de Cuba, como Juan Marinello, y realizó una encuesta sobre las preguntas capitales de la puertorriqueñidad. En ella colaboraron  Gabriela Mistral, Concha Meléndez, Margot Arce, Manuel Ugarte, Samuel Gili Gaya, y se publicaron poemas de Luis Palés Matos, Graciany Miranda Archilla, Juan Antonio Corretjer, Hugo Margenat y Clemente Soto Vélez, jóvenes de la nueva hornada que buscaban renovar la literatura puertorriqueña unido a los manifiestos de vanguardia que se dieron en Europa; Índice publicó 28 volúmenes entre abril de 1929 y julio de 1931.
Alfredo. Cuentos absurdosLa presencia en la dirección de Índice de Antonio S. Pedreira da un inusual aliento a la reevaluación de la cultura y literatura de Puerto Rico en un momento capital de su historia. Samuel R. Quiñones y Vicente Géigel Polanco le conferían un carácter definitivamente intelectual, y de primer orden. Tanto Pedreira  (Insularismo,1934) Géigel Polanco (El despertar de un pueblo,1942) tenían como preocupación central hacer un  balance de la presencia norteamericana en Puerto Rico e incluían la literatura como una forma de la evolución del espíritu, la cultura de los puertorriqueños. Tenían, además, la preocupación sobre el tema del español que se veía amenazado por el uso del inglés como lengua vehicular en las escuelas de la isla. Pedreira, Quiñones y Géigel escribieron brillantes páginas críticas. Al igual que Collado Martel, Pedreira muere muy joven sin dejar de escribir la síntesis más polémica sobre la puertorriqueñidad y ser, en ausencia, un maestro de las generaciones subsiguientes. Ningún ensayista llegó más lejos que Pedreira en el Puerto Rico del siglo XX. Su libro Insularismo ha sido apreciado como si fuera el libro rojo del desarrollismo muñocista y desmontado como parte de la nueva arqueología literaria que se instauró en los años setenta. Amado y criticado, Pedreira hizo con el cincel de sus palabras y la síntesis de sus ideas una atalaya para ver al Puerto Rico en su pasado y su presente.
Vicente Géigel Polanco llegó más lejos al unir teoría y práctica y tuvo una propuesta política distinta, la que ha sido valorada en los últimos años. Collado Martell no fue menos que los anteriores, eso es lo que podemos colegir de lo poco que se ha escrito sobre él en las últimas décadas. Se destaca como poeta modernista, de un modernismo tardío, pero sus poemas no han sido recogidos en libros y los conocemos de forma fragmentaria. Su obra en prosa muestra sus tendencias ideológicas: un pequeño burgués intelectual, que renovaba el pensamiento latinoamericano de su época; escribe sobre las ideas de José Enrique Rodó en Ariel (1900) yMotivos de Proteo, (1909), la filosofía de Eugenio María de Hostos y el ejemplo de José Ingenieros en Argentina, uno de los pensadores que más había influido en la generaciones de América junto a Manuel Ugarte. Estos pensadores, que son parte del centro de interés de Collado Martell, lo aproximan a los escritores que leía la juventud dominicana de la época: como Rodó y Hostos, por Max y Pedro Henríquez Ureña e Ingenieros en Francisco Prats-Ramírez y el proyecto de La Renovación.
No era, pienso de manera provisional, Collado Martell un socialista aunque le llamaba la atención el tema social, como un rodosiano veía el problema social muy cercano a un espiritualismo, posiblemente mítico, pero era, como los compañeros de su revista, un anticolonialista, pues también sabemos que perteneció a una asociación nacionalista puertorriqueña. Habría que leer sus artículos polémicos que aún permanecen en la prensa de la época para hacer un cuadro de su trabajo como prosista y pensador. Lo poco que hemos leído y los testimonios de sus compañeros muestran su esmerada formación, autodidacta, la profundidad de sus planteamientos y su interés por buscar una respuesta a las preguntas universales.
Alfredo Collado MartellSabemos un poco más de su trabajo como cuentista. Un años después de su muerte en 1931, la Librería Campos de San Juan, publicó en Madrid, precedido de un prólogo de Samuel R. Quiñones, el libro Cuentos absurdos (1931) que reúne 37 relatos. El profesor William Rosa, agregó tres cuentos más a la segunda edición de la obra realizada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1999.
La crítica que se ocupó de sus textos lo sindica como un autor modernista tanto en prosa como en versos. Y si esto se puede decir de su poesía, en lo que hay que anotar una reticencia a los movimientos de vanguardia y una adscripción lejana a la poética de Darío que tuvo partidarios en el Caribe, a mi manera de ver, hasta la década de 1940, con la muerte de Fabio Fiallo en Santo Domingo y Luis Llorens Torres en Puerto Rico.
Pero una lectura más atenta de sus cuentos nos daría una variedad de registros entre la crónica, el cuento decadentista de los años veinte, que buscaba expresar los valores de una sociedad de incipiente consumo, en las islas caribeñas que funcionan como enclaves azucareros. La posición del artista, el pensamiento social y la profundización en las ideas universales aparecen de forma inusitada en sus relatos. Collado Martell se destaca también con textos más cercanos al costumbrismo, con cuentos de temas infantiles y se notan en sus lecturas las huellas de Hans Christian Andersen, Rubén Darío y Edgar Allan Poe. (Continuará)
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN (Higüey, RD). Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR Cayey, es autor de Ensayos sobre literatura puertorriqueña y dominicana (2004), Entrecruzamiento de la historia y la literatura en la generación del setenta (2009), Las palabras sublevadas (2011) y Los letrados y la nación dominicana (2013), entre otros.

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