martes, 7 de enero de 2014

HAY BORRACHERAS Y BORRACHERAS, Marcos Winocur


 

(a propósito de la matanza en un centro de inmigrados en EEUU)



Me veía en el espejo con los ojos abiertos. Quise verme con los ojos cerrados. ¿Qué creen? ¡Todo se oscureció y no vi nada! Si puedo verme con los ojos abiertos ¿por qué no con los ojos cerrados? Hay algo, señor Heisenberg, algo de muy injusto en este mundo. Algo que comienza, y es la vida. Algo que termina, y es la muerte. ¿Por qué? ¿Por qué lo que comienza debe finir? Usted, señor Heisenberg, seguro que lo sabe, vea usted, sin ir más lejos, la semirrecta ¿no es acaso algo que comienza y no termina? Ojos abiertos, ojos cerrados, principio y fin.

--Estoy muy ocupado con la vida para preocuparme de la muerte. Lo cuál puede ser cierto pero admite una segunda lectura: estoy tan ocupado en olvidarme de la muerte que sólo pienso en emborracharme de vida en alguna de sus manifestaciones. Soy, por ejemplo, un workaholic, que en inglés significa alcohólico del trabajo, no porque me presente borracho a trabajar, sino porque soy un chambadicto. Como recetaba uno de los más grandes poetas en forma imperativa: ¡hay que emborracharse! De lo que sea, planteaba Charles Baudelaire: de alcohol, de amor, de heroísmo, de trabajo, y aquí se abre una vertiente perversa en lo que va del siglo XX al XXI pues la enumeración podría seguir así: emborracharse de un baño de sangre en una escuela y crear una situación de irreversible horror que sólo puede ser salvada con la propia muerte, la última bala es de él para él. Si esta tendencia se consolida, la sociedad marcha al caos. ¿Hay que emborracharse de lo que sea? No. Por el contrario, es cuando las mentes más necesitan de la lucidez para distinguir entre borrachera y borrachera.

Lucidez versus caos, principio y fin, borrachera y borrachera, vida y muerte, dimos con la solución. No me creerán, la solución al enigma del espejo que refleja a ojos abiertos y no a ojos cerrados. Pues bien, abrimos un ojo y el otro permanece cerrado, luego abrimos el otro ojo y el uno permanece cerrado, las opciones son reales y válidas epistemológicamente hablando ¿qué les parece? Ya me llamaron por teléfono, un equipo de matemáticos de Harvard quiere saber sobre la metodología empleada para resolver el enigma del espejo y de ahí pasar al teorema de Fermat. Así de sencillo. Pero, agregan ellos, si la muerte nos da chance.

La muerte, hija de la chingada, siempre ella. ¿Y que tal si nos emborrachamos? Una peda chiquita, nada capaz de producir el caos en la sociedad, solamente “para no sentir el horrible fardo del tiempo sobre los hombros inclinándonos hacia la tierra”, puntualizaba el poeta mientras vanamente tentaba de borrar la inscripción en los muros de una iglesia memento mori (recuerda que vas a morir) para en su lugar escribir memento vivere (recuerda que estás viviendo) cosa que la gente olvida con facilidad. Ah, una palabra más, una sola y nos vamos. Y de pronto los cohetes atómicos se apuntaron entre sí, corrían los días de octubre de 1962 frente a las costas de Cuba. Y corrían los días de abril de 2009 en el estado de New York y de pronto un señor de traje y corbata bloqueó la entrada del centro de inmigrados y comenzó a disparar sobre ellos. Catorce muertos es la cifra provisoria, no sabríamos calcular el número de víctimas de una guerra atómica entre EU y URSS.

Y colorín colorado este planeta ha terminado. 

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