miércoles, 15 de enero de 2014

EL PESO DEL MUNDO (reseña), Hernán A. Isnardi

Salvador Elizondo
El peso del mundo
Por Peter Handke
330 págs.
(Adriana Hidalgo)
El peso del mundo

¿Qué es la literatura?, es la pregunta madre de una serie interminable que no tienen respuesta. Lo interesante está en el modo en que cada uno se lo plantea, porque ese modo supone un recorrido único (ej. Si un árbol cae en un bosque y no hay nadie para escuchar; ¿existe el sonido?). No importa la respuesta, porque hay de a millones. Sí, es importante planteárselo, todo el tiempo posible. Armo entonces, ante la imposibilidad de responder, ante la imposibilidad de encontrar parámetros, un mundo de fragmentos. Leo, pienso, siento (en el orden que deseen), los fragmentos que me interesan. Me contradigo, establezco parámetros falsos, inestables… y me sigo preguntando.
            Peter Handke, poeta, novelista y dramaturgo austríaco, tiene en su haber tres libros trabajados desde el fragmento: El peso del mundo; Historia del lápiz; Fantasías de la repetición. Los registros van desde cuaderno de notas, diarios, meditaciones, hasta los aforismos. Hay en la intimidad de ellos, rastros de libros anteriores y posteriores de Handke; lecturas en citas también (de Katherine Mansfield, André Breton, Hermann Hesse, San Juan de la Cruz). Se lee cómo él experimenta la tensión entre la escritura, la lectura y la vida.
             Dice Handke sobre El peso del mundo: “Estas anotaciones no fueron planeadas inicialmente como aparecen aquí. Comencé a escribirlas con la intención de darles un marco narrativo. En consecuencia, mi cerebro tradujo las percepciones cotidianas al código en el que iban a ser expresadas; es más, las percepciones mismas, aun las que surgían más casualmente, ya estaban orientadas a ese eventual objetivo. Las impresiones y vivencias que no podían adecuarse al modo de referencia común, es decir, a la forma literaria elegida de antemano, fueron dejadas de lado: podían ser olvidadas. Precisamente en el estado de concentrada atención que había alcanzado para estas anotaciones, me resultó llamativo ese olvido cotidiano. Muy pronto me pareció un desperdicio y comencé a conservar en la memoria también aquellos fenómenos de la conciencia que no servían al proyecto”.
El arte, es PODER preguntarse sobre el arte. EsPERMITIRSE preguntar sobre el arte. Y el fragmento, por su estructura, hace que el que lee se interrogue, aún cuando no quiera, o cuando no hubiera tenido esa intención. Tal vez la brevedad, acaso lo imponente de esa brevedad y la falsa idea de que por eso es menos compleja de abordar, animan al que lee a cuestionarse.
Y acá acota algo muy interesante que gira sobre el viejo tema de la proposición inicial cuando empezamos una obra, y los caminos hacia donde ésta nos llevó o puede llevar luego:
“De esta manera, poco a poco, el plan se destruyó y sólo quedó la anotación espontánea de percepciones libres de objetivo alguno. Cuanto más tiempo e intensidad aplicaba a continuar esta actividad, tanto más fuerte se volvía la experiencia de liberación respecto de formas literarias establecidas y, al mismo tiempo, de libertad en un terreno de la escritura que me era desconocido.”           
Algunos fragmentos de este diario:
Dejé de ser superficial…. Ya no pienso nada” // “Dentro del auto, el hombre enciende la radio y la mujer pregunta: `¿Crees que la música te salvará de nuevo?`//Tengo que dejar de tener remordimientos cuando no siento nada //Colgar delante de mi casa un cartel con la advertencia:Cuidado, en esta casa se lee // “Cuántas cosas me intimidaban hace diez años: la poesía, Andy Warhol y después Marx y Freud y el estructuralismo y todas esas Universal-Pictures ahora han huido y parece que nada puede oprimir a nadie más que el peso del mundo” // "El odio que siento "contra lo desconocido" cuando suena el timbre// “Miré al barrendero a la cara y me di cuenta de que él también me estaba mirando, nos saludamos por primera vez y a partir de ahora tendremos que saludarnos siempre”.
Bataille decía que lo imposible era aquello que únicamente vale la pena pensar. Handke, refuta silenciosamente a lo largo del libro, con naturalidad y sin esfuerzo, siendo un observador profundo de lo posible.

Hernán A. Isnardi   

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