martes, 5 de noviembre de 2013

DOS POEMAS DE VINICIUS DE MORAES


Dos poemas
Vinicius de Moraes

Foto: betosoutoblog.blogspot
Poema de Navidad
Para eso fuimos hechos
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar a nuestros muertos
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para tomar lo que fue dado
Dedos para cavar la tierra.
Así será nuestra vida:
Una tarde siempre por olvidar
Una estrella apagándose en la sombra
Un camino entre dos sepulcros –
Por eso necesitamos velar
Hablar bajo, pisar suave, ver
A la noche dormir en silencio.
No hay mucho que decir:
Una canción sobre una cuna
Un verso, tal vez, de amor
Una oración por quien se va
Pero que esa hora no olvide
Y por ella nuestros corazones
Se dejen, graves y simples.
Pues para eso fuimos hechos
Para confiar en el milagro
Para participar de la poesía
Para ver el rostro de la muerte –
De repente nunca más esperaremos
Hoy la noche es joven; de la muerte, apenas
Nacemos, inmensamente.
Receta de mujer
Las muy feas que me perdonen
Pero belleza es fundamental. Es necesario
Que haya algo de flor en todo eso
Algo de danza, algo de haute couture
En todo eso (o entonces
Que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la
/República Popular China.)
No hay término medio posible. Es necesario
Que todo eso sea bello. Es necesario que súbito
Se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y que un rostro
Adquiera de vez en cuando ese color sólo posible en el tercer minuto
/de la aurora.
Es necesario que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y
/desprenda
En la mirada de los hombres. Es necesario, es absolutamente
/necesario
Que sea todo bello e inesperado. Es necesario que unos párpados
/cerrados
Recuerden un verso de Éluard y que se acaricie en unos brazos
Algo más que carne: que se los toque
Como el ámbar de una tarde. Ah, déjenme decirles
Que la mujer que allí está como la corola ante el pájaro
Sea bella o tenga por lo menos un rostro que recuerde un templo y
Sea leve como un resto de nube: pero que sea una nube
Con ojos y nalgas. Las nalgas son importantísimas. Ojos, de eso
Ni se habla, que miren con cierta maldad inocente. Una boca
Fresca (¡nunca húmeda!) es también de extrema pertinencia
Es necesario que las extremidades sean delgadas; que unos huesos
Despunten, sobre todo la rótula al cruzar las piernas, y las puntas
/pélvicas
Al abrazar una cintura semoviente
Gravísimo es no obstante el problema de las jaboneras: una mujer sin
/jaboneras
Es como un río sin puentes. Indispensable
Que haya una hipótesis de barriguita, y en seguida
La mujer se alce en cáliz, y que sus senos
Sean una expresión grecorromana, más que gótica o barroca
Y puedan iluminar lo oscuro con una capacidad mínima de 5 velas.
Sobremanera pertinaz es que la calavera y la columna vertebral
Se muestren levemente; ¡y que exista un gran latifundio dorsal!
Los miembros que terminen como astas, pero bien haya un cierto
/volumen de muslos
Y que sean lisos, lisos como el pétalo y cubiertos de suavísima pelusa
Entre tanto sensible a la caricia en sentido contrario
Es aconsejable en la axila una dulce hierba con perfume propio
Apenas sensible (¡un mínimo de productos farmacéuticos!)
Preferibles sin duda los cuellos largos
De forma que la cabeza dé a veces la impresión
De no tener nada que ver con el cuerpo, y la mujer no recuerde
Flores sin misterio. Pies y manos deben contener elementos
Discretos. La piel debe ser fresca en las manos, en los brazos, en la
/espalda y en la cara
Pero que las concavidades y convexidades tengan una temperatura
/nunca inferior
A 37º centígrados, pudiendo eventualmente provocar quemaduras
Del 1er grado. Los ojos que sean de preferencia grandes
Y de rotación por lo menos tan lenta como la de la tierra; y
Que se coloquen siempre más allá de un invisible muro de pasión
Que es necesario sobrepasar. Que la mujer sea en principio alta
O, si es baja, que tenga la actitud mental de las altas cumbres.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que, si se cerraran los
/ojos
Al abrirlos ella ya no estará presente
Con su sonrisa y sus tramas. Que ella surja, no venga; parta, no vaya
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente y
/hacernos beber
La hiel de la duda. Oh, sobre todo
Que ella no pierda nunca, no importa en qué mundo
No importa en qué circunstancias, su infinita volubilidad
De pájaro; y que acariciada en el fondo de sí misma
Se transforme en fiera sin perder su gracia de ave; y que exhale
/siempre
El imposible perfume; y destile siempre
La embriagadora miel; y cante siempre el inaudible canto
De su combustión; y no deje de ser nunca la eterna danzarina
De lo efímero; y que en su incalculable imperfección
Constituya la cosa más bella y más perfecta de toda la creación
/innumerable.
Versiones de Rodolfo Alonso

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