domingo, 14 de abril de 2013

NUNCA, Felipe Garrido


Felipe Garrido
Nunca
En memoria de Víctor Sandoval
Don Atanasio Argúndez y Ávila, aquel juez que creía en la justicia antes que en las leyes, colgó. Un peso enorme le había quitado el aire. Pasó un rato al escritorio, viendo sus papeles; luego salió al balcón y se acodó, alto como las palmeras. Era una tarde tibia, quieta y luminosa. Veía un buen pedazo de San Miguel, y la línea de la costa que se perdía hacia el norte, hacia Las Gatas; pero él siguió más allá, como si fuera volando, y cuando abarcó el país vio que estaba marcado; sobre su quebrada superficie, como puesta por un hierro podía verse su huella: casas de la cultura, museos, auditorios y orquestas, escenarios, premios... La noche comenzaba a caer y él sabía que no podría dormir. Estaba triste y a la vez se sentía orgulloso. Aquel día de luz y dolor le había traído, además, versos que se esforzaba por recordar: “Nunca volverás a ver la luz maravillosa de este día. Ha pasado octubre y no nos dimos cuenta.”

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