domingo, 14 de abril de 2013

Brevísimo discurso de MARIO BOHÓRQUEZ en una reciente premiación en Bellas Artes...


“Yo anhelo expulsar de mí, cualquier palabra, cualquiera sílaba que no nazca de la combustión de mis huesos”. Afirmaba el poeta Ramón López Velarde hace casi un siglo en 1916. Hoy, junto con él, nosotros volvemos a rechazar toda “sílaba ociosa”. Hemos tenido dos siglos de vida independiente, dos imperios y dos intervenciones, en una perdimos la mitad del territorio, en la otra se instaló en México un gobierno extranjero, dos guerras civiles, las de la Reforma y de la Revolución, hemos pasado de las alcábalas, gabelas y peajes, al IETU, al IVA y al ISR, una familia chiapaneca sobrevive, si tiene suerte, con 300 dólares al año, pero en la lista de Forbes un mexicano aparece como el hombre más rico del mundo, cualquier trabajador medio recibe por su salario entre cuatro y seis mil pesos mensuales, mientras que un ministro de la suprema corte percibe entre 400 y 600 mil pesos al mes, somos una sociedad deprimida desde julio de 2006, fuimos, sin quererlo, signados por la ignominiosa cifra del 0.56% y hoy corremos por nuestras vidas al ritmo de las balas y no bajo el cobijo de la fuerza del derecho y la razón, en las pantallas de televisión se preguntan cuál es el candidato más guapo y los exportadores insisten en que hay que devaluar nuevamente el peso, este diagnóstico somero nos invita a reflexionar cuál es la patria que queremos, si el fin último del hombre que vive en sociedad es ser feliz, estamos a tiempo de reconstruir nuestra convivencia, quizá Ramón López Velarde nos vuelva a guiar con sus palabras exactas: 

Patria, te doy de tu dicha la clave: 
sé siempre igual, fiel a tu espejo diario; 
cincuenta veces es igual el AVE 
taladrada en el hilo del rosario, 
y es más feliz que tú, Patria süave. 

Sé igual y fiel; pupilas de abandono; 
sedienta voz, la trigarante faja 
en tus pechugas al vapor; y un trono 
a la intemperie, cual una sonaja: 
la carreta alegórica de paja.

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“Yo anhelo expulsar de mí, cualquier palabra, cualquiera sílaba que no nazca de la combustión de mis huesos”. Aseguró el poeta Ramón López Velarde en 1916. Hoy, junto con él, nosotros volvemos a rechazar toda “sílaba ociosa”. La poesía mexicana se ha caracterizado por ser profunda y celebratoria, con el rey poeta Netzahualcoyotl se planteó en su metafísica que éramos seres transitorios y finitos y con el príncipe Tecayehuatzin se vinculó con la amistad, la alegría y las flores, oponiéndole al dios menor Huitzilopochtli, el dios del Cerca y del Junto, Tloque Nahuaque. El México independiente nos legó con su Academia de Letrán a Neoclásicos como Andrés Quintana Roo y Románticos como Ignacio Rodríguez Galván, la Reforma nos dio la visión liberal en poetas que privilegiaron la educación y el respeto a la ley, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, con la Revolución nuestros poetas dialogaron con todas las formas de vanguardia entre Contemporáneos y Estridentistas y el segundo siglo que comienza con los nacidos en sus primeras décadas, colocaron a la poesía mexicana en las más altas cumbres de la lengua española, Octavio Paz, Efraín Huerta, Alí Chumacero, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Rubén Bonifaz Nuño, Eduardo Lizalde, a este estirpe pertenezco. Hoy nos debatimos entre una poesía vinculada a los procesos de exploración del lenguaje como finalidad última y otra que busca el diálogo humano a partir del reconocimiento del otro, independientemente de la forma que elija para alcanzarlo. La poesía mexicana representa estadísticamente al menos a una tercera parte de los hablantes del español, es el momento, pues, de su refundación, seamos profundos y alegres como han sido nuestros padres, conservemos y nutramos nuestra lengua con la precisión de esa sílaba hecha con la sangre de nuestros afectos, para recordar a la mitad de este foro que “la Patria es impecable y diamantina”. 

Me han pedido que lo haga en un minuto
que diga Hidalgo, Juárez y Madero
que retaque dos siglos por entero
en un tomo falaz y diminuto:
Abajo el mal gobierno… no discuto,
Entre los individuos… desespero
Con el Plan de San Luis, me recupero
y 70 del PRI y el sustituto
Así celebro yo el bicentenario
así lanzó mis fuegos al osario
y con humor macabro y funerario
repulo un esqueleto centenario
También puse de pie un monigote
que es nadie y todos juntos con bigote

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