sábado, 26 de enero de 2013

AMANECERES


AMANECERES


AMANECERES I


Al inicio de todo, la marcha del silencio aprisionaba;
fue el momento del alba de los tiempos,
el anuncio de que la razón inclemente
era promesa, pero sólo profecía irreverente.
Luego vino, con millones de años,
infectados de vida, recluidos en promesa
de amor, sueños, banderas, muchas mentiras
envueltas de verdad y sutilezas del azar:
jugando siempre a crear sociedades,
a fallar en colectivo,
a soñar en falansterios.
El lenguaje de las hojas,
el parloteo inmenso de los ojos de las fieras;
esta tosca verdad de cavar, y cavar,
cavar con el lenguaje para encontrar
los huecos de las dudas
y añorar y crear puentes entre
sé y creo,
la fe y el conocimiento,
embalsamado territorio nuevo
hizo invisibles esos puentes secos.
Un falso nuevo territorio utópico,
una manera de mirar la vida,
ramas y ramas, de aparente unión,
muchas verdades de ninguna
al fin, nubes de enredadera
en nuestra infértil vanidad humana.
Pero avanzamos, sí, centros del Universo,
pobre humanidad ahíta de atavíos:
frutos del agua, cristalinos hijos,
con un fondo muy turbio
entre saber y creer.
Amanece en momentos para todos:
nace un poeta, crece un músico,
una escultora bella, esculpe,
y embellece el ambiente;
surgen ideas, inventos,
en hombres y mujeres florecidos.
Amanece pocas, breves,
pero permanentemente veces;
sucede que olvidamos
que odiamos, cuando amamos.
El orgasmo, de cada uno,
es premio a su presencia
en el espejo de la amada,
del amado.
Amanece cada vez que nace un hijo,
hay fiesta en los oídos cuando
llora, junto al pecho materno,
una criatura.
Anverso siempre, la vida nos potencia;
no necesariamente la muerte es su revés.
Firme en la negación, sutil oscuridad,
niega y afirma todo porque
poco somos cuando nada somos.
La nave de papel en que viajamos
cruza los mares con credencial rota,
vamos como sabiendo a dónde vamos;
suplimos la ignorancia con la risa.
Suplimos la ignorancia con remedos.
Y una gaviota mira, voltea, nos
ignora y reemprende su camino
sin fatigar sus dudas cuando vuela.


AMANECERES II

Tanto miro hacia atrás, cuando respiro
en el papel palabras, que el presente
es ayer, y es hoy, al renombrarlo.

Miro atrás lo que fuimos, en los que
ya se fueron; que entiendo que no
somos, ahora, sino huellas de
aquellos que fundaron el ser,
seres simiente, de nuestros
procederes, profecías del presente,
desgracias del mañana, apagones
de luz, oscuridad futura, desde
las luminosidades de nuestros
ayeres.

Escondrijo de luces, la herencia;
claves de luz y sombra,
los ancestros visitan nuestro ser
desde la sangre; provocan
vivencias, malestares, odios
pendientes y reciprocidades.

Amaneces siempre nuevos,
amaneceres, siempre nuevos,
 los viejos nos visitan, cadena
de invasiones, perversiones
y alucinaciones, desde una
memoria fatal, que nos ha
sido vedada por los dioses.




AMANECERES III


Costumbre del olvido, caducidad ingente,
memoria de otros tiempos, nuestros
que fueron, en los amaneceres de otra gente.

La fiebre de los tiempos, en espacios diversos,
en la espesura de los tiempos mana memoria
olvidada de guerras y vigilias: silencios.

Acallar nuestras voces, contra natura,
buscar entre los genes canciones ya ofrendadas;
fechas y nombres de lugares y personas cancelados.

El instante es la mueca de Dios regalada a
los hombres; puede llamarse verso, poema,
sonata o pincelazo…magnético silencio.

La lluvia es homenaje a la luz, otro hipase
de la humanidad ahíta de soledad
y miedo por lo que es perenne promesa.

En la memoria sosegada de las vigilias
colectivas, la transparencia cobra fervor,
se hace fe y sueña lo impreciso.

Destino de los náufragos, la aurora.
Negación de los límites humanos, la duda.
Fervor por otros pasos, la inocencia es muralla.

Serenidad para la hipnosis colectiva,
sólo el arte, génesis teísta, deidad
conversa en humanidad, caricia…

Transparencia letal, la vigilia eterna,
sobredosis de abigarrado optimismo,
parentela de las transfiguraciones.

La dicha es primordial, sin la mentira,
sólo caben los besos del paisaje
en este ojo, siempre fiel a la delicia.

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