lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Escritor, faro moral?


"El escritor como faro moral no sirve para el mundo de hoy"

Pablo E. Chacón
El escritor y periodista mexicano Guillermo Fadanelli, invitado a la cuarta edición del Filba, dijo que la figura del escritor como punta de lanza moral de su sociedad está agotada y que insistir en ese modelo es un anacronismo rampante.
En diálogo con Télam, "Willy", como lo llaman sus amigos, de riguroso atuendo negro y sombrero blanco, precisó: "el escritor como punta de lanza moral de la sociedad... eso ya no me lo trago, no me interesa".
Y sobre su prestigio de "maldito", puso un tope: "yo soy un outsider pero no me siento adalid de ninguna causa, aunque confieso que prefiero ir a contracorriente".
"Se trata de ser una especie de francotirador, pero no uno cobarde sino alguien que observa y desempeña la crítica. En mi opinión, la literatura no tiene una dirección, tampoco transmite moralejas", apuntó.
Fadanelli nació en el Distrito Federal mexicano en 1963, fundó la revista Moho, y hoy, junto a su esposa, dirige la editorial homónima. Escribe columnas de opinión en las revistas culturales Letras Libres, Nexos, Generación y Quo, entre otras.
Publicó los libros "Mariana Constrictor", "Malacara", "El día que la vea la voy a matar", "Más alemán que Hitler", "Plegarias de un inquilino", "La otra cara de Rock Hudson" y "Educar a los topos", que incluyen novelas, relatos y ensayos.
Fadanelli, algo sorprendido por el entusiasmo que despierta el Filba en la Argentina, cree que "hoy en día, la literatura no le interesa a nadie. Y eso se nota en la política. En las políticas públicas de educación, y sin distinción de ideologías".
"Educación paupérrima, pobre, sin programas de estímulo a la lectura. Asi las cosas, los escritores nos vamos quedando sin lectores, y en el caso de México a pesar de la UNAM, el Fondo de Cultura Económica, Siglo XXI y un grupo muy grande de editoriales independientes", asegura el escritor.
"Si a esa realidad le sumás la idea del escritor como voz ética de su comunidad, se deduce que la representación del escritor como un librepensador cayó en desuso. El escritor es un ser común, sin responsabilidad más que con el lenguaje".
Fadanelli cuenta que lleva una vida apartada del mundo de los escritores: "Aparezco poco, escribo mucho, en diarios, revistas, pero aparezco poco".
Escribir en revistas "está bien: todas tienen una posición, una moral, pero no hay ninguna que represente la verdad. Octavio Paz, justamente, decía que la literatura era una suma de excepciones".
"A mí me parece importante la voz singular, la diversidad. Eso no se encuentra en una sola revista. Porque el medio ya no es más el mensaje", apunta, contrariando el aserto de Marshall McLuhan.
El escritor cuenta que estuvo viviendo un año en Berlín, pero que está otra vez en el DF. "A mí me interesa de Europa hoy lo mismo que me interesa desde hace 40 años: la diversidad de las lenguas, las culturas regionales, y la tolerancia de ciudades como Berlín, y los ríos, por supuesto".
En Europa "hay ríos. En el DF los ríos que había están entubados. La ausencia de agua vuelve torvo el carácter de las personas. Y es así a pesar de que la Europa globalizada es una construcción de hombres de negocios y economistas, que están transformando a los ciudadanos en consumidores".
Finalmente, Fadanelli piensa que "esa homogeneización tiene algo de idiota, de ejército, de ejército de zombis. Eso es lo que en su momento denunciaron Guy Debord y Jean Baudrillard", concluye.

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